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En Progreso

2.5 : La ley de la continuidad

30 septiembre, 2023

La ley de la continuidad es un principio Gestalt de organización perceptiva que identifica la capacidad humana para determinar la constancia del objeto cuando el objeto completo no es completamente visible. Además, esta ley identifica cómo estamos predispuestos a percibir elementos visuales entrelazados o bisectados como formas continuas en una dirección particular.

Cuando un objeto pasa por encima o detrás de otro, todavía vemos dos formas distintas siguiendo un camino particular. Por ejemplo, cuando miramos la figura anterior, vemos dos líneas distintas que van de A a D y C a B. Hay interpretaciones alternativas, como A a C, C a D y A a B, pero estamos sesgados seguir las líneas de acuerdo con la expectativa, que se basa en el conocimiento adquirido del mundo real donde no hay ruptura en la naturaleza y aprendemos, incluso cuando están parcialmente oscurecidos u ocultos, los objetos pasan por todos los estados intermedios.

Este fenómeno perceptual forma la base de la “Ley de Continuidad” de la Gestalt; un principio descriptivo de organización perceptiva que nos ayuda a apreciar cómo nuestra experiencia del mundo está fuertemente influenciada por procesos internos, y no solo por la información recibida del mundo mismo.

Considerando la continuidad

Imagínese a una persona parada detrás de un poste de luz con un brazo extendido a un lado y una pierna levantada sobre el otro. Podemos apreciar que el brazo y la pierna pertenecen al mismo cuerpo por la ley de la continuidad. Sin embargo, también hay ocasiones en las que este fuerte sesgo de percepción puede llevarnos a conclusiones erróneas.

Piense en un árbol ancho (tal vez un roble), con la misma disposición de brazos y piernas que en el ejemplo de la farola. Probablemente percibiríamos esta escena como una persona escondida detrás de un árbol, pero en realidad el brazo y la pierna son de dos personas diferentes. A pesar del ancho del árbol, la ley de la continuidad nos lleva a unir los dos lados, creando nuestra percepción de una persona detrás del árbol. Esto representa un ejemplo de una ilusión óptica, que es esencialmente nuestro sistema de percepción que malinterpreta la información sensorial de acuerdo con sesgos que son inherentes a la percepción humana (es decir, la naturaleza) o adquiridos a través de la experiencia (es decir, la crianza).